Aptitud y Actitud Claves de la Desigualdad.

Entiendo que es un tema en el que hay que combinar la educación, por un lado, y la promoción de políticas e iniciativas que amplíen el campo de la igualdad, la libertad y las oportunidades para las mujeres, si de verdad queremos seguir avanzando por este camino. En el lado contrario, la violencia contra la mujer sigue constituyendo la manifestación más grave de la desigualdad, del dominio y abuso del poder.

Debemos manejar dos claves para favorecer este avance de las mujeres: por un lado está la aptitud, debemos recibir la formación adecuada para poder ser competentes en todas las actividades y profesiones que queramos emprender; y la actitud, ya que sin esta la fórmula no funciona. Debemos creernos de verdad que valemos y seguir dando pasos decididos en todos los ámbitos de la sociedad, como afortunadamente lleva décadas sucediendo en tantos y tantos sectores. La Administración de Justicia, y las profesiones jurídicas, son una buena prueba de ello.

Sin embargo, sigo echando de menos una regulación legal más avanzada para la conciliación de la vida laboral y familiar, como existe en otros países. En el mundo de la Justicia, precisamente, se están dando algunos pasos, pero aún queda mucho por hacer, como bien sabemos por ejemplo procuradoras y abogadas. Los hombres deben tomar verdadera conciencia de lo que significa la igualdad, y afrontarlo con responsabilidad.

“Por ser mujer no quiero tratos especiales, ya que de creerlo estaría reconociendo que soy inferior a los hombres y no soy inferior a ninguno de ellos”, dijo Marie Curie, una de las voces femeninas más representativas de la ciencia y la única persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades científicas, física y química.

Si he de ser sincera, en mi caso personal no me he sentido discriminada como mujer frente a mis compañeros varones, pero soy muy consciente de la desigualdad existente en otros campos o áreas. Dónde no existe la diferencia es en los retos que nos marcamos.

Quizá el problema es que muchas veces nosotras asumimos un rol secundario a las necesidades de los compañeros, condicionadas por nuestras cargas familiares. Sería bueno que aprendiéramos a encontrar un punto de equilibrio, y que no fuera necesario llegar a esa encrucijada con la que nos topamos muchas veces: elegir entre la carrera profesional o formar una familia. Acometer ambos retos a la vez nos exige ser un poco super woman, y no debería ser así.

Tenemos todo el derecho de ser parte activa de la sociedad, al menos en condiciones de igualdad con los hombres. Es justo, y entre todos y todas debemos aspirar a una sociedad donde el género no sea nunca ni un freno ni una barrera, y donde no existan ni techos de cristal ni suelos pegajosos que frenen el avance que merecemos con nuestro esfuerzo.

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